Canción "Me and My Broken Heart", Rixton
*Narra Valeria*
-Café con mucha leche y dos cucharadillas de azúcar- me ofrece el vaso de cartón, con una servilleta de papel con el logo de la cafetería impreso para no quemarme la mano con el calor que desprende el vaso. Me da un beso en la mejilla, dejando un rastro cálido tras sus labios.
-Gracias- le sonrío mientras coloco la correa del bolso en mi hombro. Pasa su brazo izquierdo por mis hombros acercándome a él, mientas con el derecho sujeta su vaso. Salimos de la cafetería y andamos por la universidad, está todo muy tranquilo para ser la primera hora.
-¿Qué te toca ahora?- pregunta después de dar un trago a su café solo, sin azúcar, cómo tanto le gusta. Apoyo en mi cabeza en su hombro, ya que me saca más de 20 centímetros.
-Sociología- suspiro y él se ríe, colocándose sus gafas de pasta negra.
-Te acompaño- asiento, aunque sabía que iba a hacerlo, lo lleva haciendo desde que nos conocimos, parece que no le gusta apartarse de mi, algo que me gusta, ya que a mi tampoco me gusta estar lejos de él. Le conocí el primer día de clase, un día en la cafetería cuando estaba vacía, yo no conocía a nadie y él tampoco, Empezamos a hablar y desde entonces somos inseparables.
-¿Cuándo termines sociología que tienes?- pregunta, aunque no sé por qué, ya que se sabe mi horario de clases incluso mejor que yo.
-Nada- nos apoyamos en la pared de ladrillo que hay al lado de la puerta de mi próxima clase. En realidad, soy yo la que esta apoyada, él tiene una mano en la pared al lado de mi cabeza, y está inclinado muy cerca mío, pero no me intimida, al contrario, me gusta.
-Perfecto, yo tampoco, luego te vengo a buscar y vamos a desayunar tortitas donde Miriam – muchos recuerdos vienen a mi cabeza... Miriam era la dueña de la cafetería/pastelería que había a unos minutos en coche de la Universidad, habíamos ido muchísimas veces desde que empezamos el año, era un lugar bastante agradable.
-Pero tenemos que venir antes de mi próxima clase- aviso, en realidad Simon es mas puntual que yo, así que no habría problema con eso, pero por si acaso.
-Juramento de limón, pero sin el limón- promete con una sonrisa haciéndome reír. Recuerdo el día que inventó eso, estábamos en una discoteca bebiendo tequila, y le hice prometer que no me juzgara cuando le contara lo que hice en Málaga hace cinco meses, y me lo juró mordiendo el limón. Aún recuerdo la cara que puso al probar el sabor ácido del limón.
-Te veo luego nena- se despide dándome otro beso en la mejilla. Entro a clase, paso por el escritorio de mi profesor subiendo las escaleras crecientes y me siento en mi sito habitual, ni muy atrás ni muy adelante, pero lo suficiente como para enterarme de lo que explica el profesor. Los estudiantes empiezan a entrar unos minutos más tarde de la hora y se van sentando. Cada día se sientan en un sito diferente, llevan haciendo esto todos los meses, menos los más aplicados que se sientan delante y menos los que no se molestan en venir, claro.
Una chica con gafas y el pelo azul, María, creo que se llama, se sienta en el pupitre de mi derecha. No me he molestado en aprenderme los nombres, ya que en cada clase hay diferente gente. A mi lado izquierdo, se sienta un chico, con el pelo castaño y peinado para arriba, tiene unos ojos castaños muy claritos, con tonos amarillentos, y con unos pelitos muy cortos en forma de barba, entre la nariz y los labios. Hace que me recuerde a él, parpadeo fuertemente para quitar su imagen de mi cabeza. El chico se gira, y al ver que le estoy mirando me quiña un ojo, haciendo que aparte mi mirada de él y la centre en mis apuntes. Está a punto de decirme algo, cuando el profesor entra en la clase, menos mal, no sabría como escusar el haber estado mirándole.
El chico, qué no sé como se llama, empieza a sacar cosas de su mochila, como consecuencia las venas se le marcan en la piel de sus brazos por el esfuerzo, y no puedo apartar la mirada de ellos.
-Me llamo Raúl- susurra sonriendo enseñando unos dientes perfectos.
-Valeria- digo en forma de saludo
-¿Qué haces esta noche?- pregunta, ahora que sé su nombre: Raúl, balanceándose con la silla apoyando sus brazos en el respaldo de la mía.
-Nada- respondo cogiendo apuntes de lo que dice el profesor. Lo que menos necesito ahora es una distracción, a ver, la necesito, pero no en medio de clase.
-¿Nos acostamos?- pregunta después de ver que el profesor no miraba. Empiezo a toser debido a la poca sutileza de sus palabras. Y pensar que yo era así, menos mal que él me hizo cambiar. Le echo tanto de menos... Alejo el pensamiento de mi cabeza, no puedo seguir pensando en él, él decidió tomar su camino hace tiempo.
Ignoro su pregunta y me centro en la clase. No me habla en el resto de la hora así que tomo apuntes de todo lo que el profesor explica y hago un par de preguntas antes de que suene el timbre dando a entender que se ha acabado la clase. Guardo los cuadernos en mi bolso y me preparo para salir.
-¿Seguro que no quieres...-empieza a preguntar Raúl con una sonrisa burlona.
-Gracias por la oferta, pero creo que voy a pasar- le sonrío falsamente, me cuelgo el bolso del hombro y bajo las escaleras para salir por la puerta. Oigo a Raúl decirme algo, pero no presto suficiente atención para entender lo que dice. Subo la cremallera de mi cazadora y me paso la bufanda blanca de lana por el cuello, al salir de clase. Se nota que estamos a principios de Febrero.
-¿Que tal la clase?- Simon esta apoyado en el mismo muro donde estábamos apoyados antes, el aire hace que sus cortos rizos se desordenen. Entrelaza mis dedos con los suyos y caminamos hacia el parking.
-Bien, sin tener en cuenta que uno me ha pedido sexo, lo demás bien como siempre- suelto cuando llegamos a mi coche, un mini de color azul eléctrico, el coche que tanto había tenido que ahorrar para comprarlo.
-¿Cómo?- se para de golpe, veo como su expresión cambia. No tendría que haber dicho nada -¿Quién ha sido?- está enfadado, más que enfadado.
-No tiene importancia- busco las llaves del coche en el bolso con la mano que no tengo entrelazada con la de Simon.
-Claro que importa, no eres una cualquiera.
-Lo sé, venga vamos a por esas tortitas- le beso la mejilla para quitarle importancia al asunto.
-Conduzco yo- me quita las llaves del coche, abre la puerta del copiloto y espera a que me siente, cosa que hago en segundos, en lo que tardo en ponerme el cinturón él ya está sentado en el asiento del conductor.
-No maltrates a mi coche que sabes que le tengo cariño- comento, me costo muchos meses sin parar de trabajar y todos mis ahorros, rara vez dejaba que alguien lo condujera, Simon era de los pocos afortunados.
-Yo soy muy buen conductor- se pone el cinturón, coloca los retrovisores, y se coloca las gafas, algo que siempre hace, -¿ves?- comenta antes de arrancar.
-Tu batido de fresa- dice Simon dejando un batido de color rosa casi blanco, con la mitad del vaso lleno de nata.
Se sienta en el alto taburete que hay enfrente de mí con su batido de chocolate. Somos tan diferentes en gustos, en la mayoría de ellos. Deja en medio de la alta mesa redonda un gofre grande con nata y la mitad con sirope de caramelo, para él, y la otra mitad de fresa, para mí. Al final habíamos pasado de las tortitas.
-Oye Val- cojo una cucharada de la nata del batido y me la llevo a la boca antes de responder.
-Dime
-¿Te apetece una pizza en mi casa? Para cenar, cuando terminemos de cenar te acompañaré a tu piso- dice pronunciando "piso" con un acento irlandés. Lleva mucho tiempo en España, pero aún se le nota el acento irlandés, y eso le hace adorable.
Llevaba viviendo en España desde el instituto, ya que su padre se mudó cuando su madre murió, al parecer la casa que tenían en Irlanda le daba muchos recuerdos y como le ofrecieron un trabajo aquí aprovechó y se mudo con Simon y con Elizabeth, la hermana mayor de Simon.
-¿Me vas a buscar cuando termine de trabajar?- cojo el tenedor y el cuchillo para cortar un cacho del gofre y me lo llevo a la boca.
-Claro, tengo que hacer unas fotos primero, para uno que tiene una comunión, así que probablemente llegue tarde- Simon trabajaba como fotógrafo en un estudio, no se iba a dedicar a eso, pero se le daba bastante bien y hacía fotos a modelos o a quien se lo pidiera para ganar dinero.
-Vale- ahora es él quién coje un cacho de gofre, pero en vez de llevárselo a la boca, me lo ofrece a mi, me inclino en el taburete y como de su tenedor.
-Espera- comenta cuando termino de masticar, pasa su pulgar por mis labios, llevándose sirope de caramelo que no sabía que tenía, y a continuación se leva el pulgar a la boca, es muy sexy. Intento no sonrojarme, al final acabé acostumbrándome a sus muestras de cariño, es un buen amigo. Aunque noo he intentado nada con nadie en seis meses.
Terminamos de desayunar, y Simon insiste en pagar, y como cabezota que es, acaba pagando. Nos tomamos nuestro tiempo ya que aun queda para que nuestra siguiente clase empiece.
-Hoy no puedo comer contigo – dice cuando estamos de vuelta en la Universidad.
-No importa, encima hoy tengo que entrar antes al trabajo, que mi compañero necesita irse pronto-
-Entonces te veo por la noche- asiento y me abraza alzándome, mis pies no tocan el suelo en unos segundos, a continuación me da un beso en la mejilla.
-Te quiero- se despide
-Y yo- digo en un suspiro.
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